El título de la columna no se
refiere a un fósil hallado recientemente, más bien es una historia reciente de no más de una década, se trata de mi hijo Sergio
Santiago, quien este fin de semana cumple 10 años, lo de enanosauriorex, no recuerdo como ni cuando empezó, pero
creo que fue al verte tan pequeñito frágil y a la vez ponderar lo que habías
pasado cuando estabas dentro del vientre demami y todo lo que los médicos
indicaban, incluyendo que no naceríasnaturalmente sino por cesárea, lo que
decidiste refutar y cambiar todos los planes, esa mezcla de pequeñez y coraje
creo que fue la partida de nacimiento del enanosauriorex.
Estas líneas que las lees hoy y seguramente
las releerás cuanto tengas más edad adquirirán otro sentido son para darte las
gracias ahora por lo que has hecho en mi vida y con mi vida.
El día que te
tuve en brazos cuando naciste, fue uno de los días más felices de mi vida,sentí
que el corazón se me llenaba de bondad y de ternura. Sacaste de mí lo mejor que
había y que hacía tiempo no sentía.
Mire a tu mami
y la amé más todavía. ¿Cómo te había hecho tan bien? (con ayuda mía, claro está).
Despertaste en mí inocencia y asombro ante el milagro de la vida. A la vez
te tengo que confesar que sentí miedo. Ahora tú dependías de mí, tu alimento,
tu seguridad, tu vida (la cosa no pintaba rosa) Y pensé que no iba a poder,
pero verte me daba fortaleza para enfrentarme a lo que fuera.
Los primeros
días en casa, ¡vaya noches nos diste, llorar y llorar!. Pero te confieso que
llegaba del trabajo y al primero que iba a buscar era a ti. Me has
enseñado muchas cosas: darte de comer, paciencia, valorar los momentos mágicos de
tus sonrisas, tus primeros pasos, la vez que dijiste papá. Te he visto crecer a
toda velocidad, (la frase “el tiempo pasa volando” contigo adquiere otro matiz)
he contemplado con asombro como la ropa se te quedaba pequeña, como te
estirabas por días.
¿Sabes cuáles
han sido de los momentos de más felicidad? Cuando veo el cariño que le tienes a
tu mami: cada vez que la abrazas, que le regalas una sonrisa, que juegas en el
cuarto con ella, te veo y me siento en paz y feliz. (Hasta se me olvidan los
problemas económicos) Y de los mejores recuerdos han sido las noches en
que te acostaba, y hablábamos, te leía un cuento (¿te acuerdos de los libros de
piratas?) o me lo inventaba, aunque tú no te dabas cuenta. De pronto me dejabas
hablando solo porque estabas ya durmiendo.
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