OPINIÓN: DIVORCIADOS - LA CRIATURA PERÚ

LA CRIATURA PERÚ

Director: Ioannis Gonzales Oviedo.

Lo más reciente

LO ÚLTIMO

jueves, 30 de abril de 2015

OPINIÓN: DIVORCIADOS


Aunque la ruptura matrimonial ha alcanzado tasas tan altas que va camino de convertirse en una situación normal dentro de la sociedad actual, a la que se verán enfrentadas un porcentaje muy alto de familias, sigue siendo una experiencia especialmente traumática en la mayoría de los casos.

Desde el punto de vista clínico, se considera incluso que un divorcio tiene un potencial traumatizador comparable a la muerte de un familiar por cuanto produce también fuertes sentimientos de pérdida y lleva a aparejados cambios profundos en las relaciones interpersonales y en el sentido personal.

Sin embargo, una ruptura matrimonial no suele ser un fenómeno repentino y aislado, sino más bien un proceso que se prolonga en el tiempo, a veces incluso a lo largo de años. Este proceso ha tendido a conceptualizarse como una pendiente de deterioro progresivo, aunque visiones más modernas lo describen en función de una serie de etapas, cada una con sus propios momentos de equilibrio y de transición. En cualquier caso, es importante entender que el efecto potencialmente negativo que una ruptura de pareja tiene sobre los hijos no reside solamente en la separación o del divorcio propiamente dicho, sino también en la exposición del menor a ese proceso insidioso y prolongado de conflicto matrimonial que generalmente les precede. De hecho, diversos autores han subrayado que el conflicto entre los padres tiene efectos más perniciosos que el divorcio en sí e incluso que del divorcio pueden derivarse efectos positivos para los hijos si pone fin a un conflicto crónico entre los cónyuges.

A menudo el divorcio no pone fin al conflicto previo, si lo había, en este punto soy más pesimista,. La experiencia clínica muestra cómo el divorcio a menudo no marca el final del conflicto, sino una nueva etapa más del mismo, de modo que a partir del divorcio los padres siguen batallando, aunque en otros terrenos y por otros medios, a menudo con la nueva munición que les proporciona el ámbito judicial. En otros casos, el divorcio no se ve precedido por una convivencia conflictiva, sino simplemente por un proceso de desapego conyugal que tal vez ni siquiera sea advertido por los hijos. En ese caso, el efecto pernicioso del divorcio en sí mismo es probablemente mayor.

Entre los efectos emocionales más frecuentes están:
·          Sentimientos de ruptura del armazón de seguridad que el niño se había ido forjando trabajosamente día a día a base de percibir cotidianas muestras, pequeñas o grandes, de que sus progenitores están pendientes de él/ella y le protegen
·         Se rompe la confianza en los adultos, al menos en la continuidad de la familia como entidad protectora.
·         Preocupación de que sus necesidades, presentes y futuras, no puedan ser atendidas.
·         Miedo a que, al igual que se ha disuelto la relación de pareja de sus padres, suceda lo mismo con la relación padres e hijos. Este miedo produce muchas reacciones inexplicables, especialmente si son niños pequeños: reticentes miedos nocturnos, ansiedad de separación, crisis de pánico, fobia escolar, etc..
·         Aproximadamente el 50% de los niños con padres divorciados o separados sienten intenso temor a ser abandonados por sus padres: “Si papá se ha ido… ¿quién me asegura que ahora no se irá mamá?”, “Si tú no quieres a … ¿cómo puedo estar seguro que a mí siempre me querrás?”.
Con las medidas oportunas y el profesional adecuado estos efectos negativos son transitorios, pudiendo el menor recuperar su nivel de funcionamiento y ajuste a la nueva situación, aceptando y sobrellevando psicológica y emocionalmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más leido

Post Top Ad

Responsive Ads Here