¿Y COMO VAMOS EN LA U? - LA CRIATURA PERÚ

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Director: Ioannis Gonzales Oviedo.

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domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Y COMO VAMOS EN LA U?



¿La Universidad en el Perú garantiza la inserción al mundo laboral? Esta pregunta debe ser resuelta por cifras y no por publicidad y millonarias campañas de marketing. Si se analiza la oferta de carreras universitarias por Consejos Regionales Interuniversitarios (CRI) se observa que después de Lima, que tiene 30 universidades representando el 28% del total, se encuentra el norte con 20; el sur con 14; el centro con 11 y el amazónico con 7. Analizando la oferta de carreras de acuerdo a información proporcionada por la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), se puede determinar
que existen 132 carreras profesionales, siendo las que se ofrecen en mayor número de universidades las de Contabilidad, Administración, Enfermería, Educación, Economía y Derecho, teniendo una presencia cada una de ellas en por lo menos el 50% de las universidades del país y cubriendo alrededor del 45% de la matrícula total, lo cual da cuenta del grado de inconsistencia de la oferta profesional en relación a las necesidades del país.

Analizando a las universidades de acuerdo a sus facultades y carreras profesionales se observa que las Universidades públicas con mayor número de facultades son San Antonio Abad (Cusco) y del Centro (Huancayo) con 21 y 20 facultades respectivamente, mientras las de menor número son Huancavelica y Santa (Chimbote) con 3 facultades. En el caso de las Universidades privadas las universidades con mayor
número de facultades son la San Martín de Porres (Lima), Inca Garcilaso de la Vega (Lima) y Católica de Santa María de Arequipa con 14 facultades, y las de menor número de facultades la Marcelino Champagnat (Lima) con una (Educación) y las Universidades del Pacífico y Tecnológica de los Andes (Abancay) con dos facultades.

Si tomamos en cuenta la desproporción entre el número de carreras ofertadas y el de
Facultades, constatamos una preocupante tendencia a la dispersión de la gestión y ausencia de niveles mínimos de coherencia en la gestión académica.

Se pone en evidencia que no existen niveles de coordinación mínimos entre la oferta propuesta por las universidades y las necesidades reales de la sociedad, puesto que ellas definen los perfiles, planes, sumillas, metodología de aprendizaje entre otros factores sin tener un conocimiento cabal de los requerimientos profesionales de las empresas, en términos de formación teórico-práctico, ni menos las prioridades que plantea el desarrollo del país tomando en cuenta el potencial de su base física, biológica y cultural, en la que prima una notable diversidad.

La oferta académica está respaldada por el número de docentes que tienen en las Universidades, y se observa que el total de docentes en el año 2001 es de 35,455, de los cuales 20,531 pertenecen a universidades públicas; siendo las universidades de San Marcos, Villarreal, San Agustín e Ingeniería las que tienen mayor número de docentes, mientras en las universidades privadas lo son la San Martín de Porres y la Católica de Lima. El crecimiento de la población docente desde 1995 a la fecha ha sido de 20%
aproximadamente.

Una diferencia importante que se presenta en este aspecto entre la universidad pública y privada es que en el caso de éstas últimas la proporción de docentes nombrados respecto a contratados es baja, mientras que en el caso de las públicas es al revés, observándose además una tendencia a la concentración cuantitativa en las categorías superiores.

La participación del sector público en lo que respecta al número de alumnos universitarios, se ha mantenido en los últimos años en alrededor del 60% a pesar del incremento ostensible de universidades privadas. La explicación que se podría tener es que la crisis económica hace que se siga prefiriendo estudiar en las universidades públicas antes que en las privadas, además de que las nuevas universidades privadas no tienen todavía un grado suficiente de legitimidad dado por la percepción de la calidad de su enseñanza e infraestructura por parte de la población.

Adicionalmente, un factor que no necesariamente se puede medir, por falta de información clara, es la proliferación de filiales de universidades, lo cual viene produciendo un deterioro de la calidad académica en tanto la oferta se incrementa sin que existan mecanismos que establezcan y fiscalicen el cumplimiento de estándares mínimos de calidad en estas filiales, que en muchos casos adoptan la modalidad de
Programas no presenciales que ofertan recurrentemente carreras saturadas como Educación y Derecho.

De otro lado, no obstante las estrategias de marketing que se vienen desarrollando en las distintas universidades, se observa que en la mayoría de universidades privadas el proceso de selección de estudiantes se ha relajado ostensiblemente, existiendo en algunos casos hasta tres oportunidades de ingreso en un mismo proceso de admisión e incluso algunas universidades realizan lo que llaman selección preferente que no es otra cosa que una entrevista personal y una prueba de aptitud académica que permite el ingreso sin mayor concurrencia.

Asimismo, los centros preuniversitarios que las universidades han creado, han pasado a constituir un proceso discriminatorio en relación a los sectores de menores ingresos.

Esta práctica se ha extendido a las universidades públicas ya que en sí mismo se constituyen en fuente de captación de recursos propios en un contexto de abandono estatal.

Las políticas de estado deben estar dirigidas también a garantizar la calidad de profesionales formados en nuestras Universidades (públicas o privadas) porque ellos –nos guste o no- en breve plazo los tendremos insertos en el aparato estatal como servidores públicos y ahondaran la crisis burocrática del país, ya que en el sector privado los protocolos de selección son mucho más estrictos.

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