El año pasado se
aprobó y promulgo la nueva ley de la Reforma Universitaria, se disolvió la
Asamblea Nacional de Rectores, se creo la SUNEDU, las universidades empezaron a
adecuar sus estatutos, pero ¿Cuánto ha cambiado la Universidad últimamente?
Algunos tenemos
(me incluyo) dudas sobre lo que será la Universidad en los próximos años, sobre
todo porque últimamente se convirtió en fabroca de autómatas, sin pensamiento
critico, sin deseos de cuestionar y rebatir al docente universitario,
dedicándose solo a leer lo justo y necsario para el examen final
Creo que nadie
podría poner en dudas que uno de los problemas mayores que atravesamos como
sociedad, sino es el más importante, es la desconfianza, en todos los planos.
Hemos llegado a
desconfiar hasta de la gente noble, porque cómo tan noble o de alguien que es
muy positivo porque sería hipócrita, desconfiamos hasta de nuestra propia sombra,
como señala Pilar Sordo (psicoterapeuta chilena) Nos miramos con recelo,
enseñamos a nuestros hijos a desconfiar como un signo de inteligencia,
haciéndoles sentir que confiar es un signo de estupidez.
Y curiosamente la
desconfianza empieza (o termina) según sea la perspectiva en la Univeridad (en
general) donde solo parecen ser validos los certificados médicos, pero no es
válida la palabra del alumno frente a un viaje, una muerte, enfermedad severa o
problema emocional que requiera tiempo .Se confia en un certificado que además
podría ser mentira y que no validemos razones afectivas y de palabra.
Me imagino que
deben haber muchos abusos de alumnos “vagonetas”, pero no me parece que paguen
justos por pecadores y no haya casi situación especial en la cual desde la
relación profesor-alumno se puedan poner de acuerdo para privilegiar
situaciones de vida que todos pasamos y vivimos.
Lo contradictorio
y sin sentido es que esas mismas universidades tienen claro que las mal
llamadas “habilidades blandas”, cada vez son más importantes para diferenciar a
un buen profesional de otro que no lo es. ¿Cómo pretenden formar profesionales
integrados y exitosos sino les enseñan que los afectos y las cosas de la vida
son las más importantes?
Con ese horrendo
criterio y deshumanización de la educación es posible pensar que con tal
entrenamiento durante tantos años en edades fundamentales para el desarrollo de
los valores y de los afectos, estos estudiantes no valoraran ir a reuniones de
apoderados, o a celebrar cumpleaños o cualquier otro tipo de ritos que apunten
al significado de la vida porque será más importante trabajar y estar en una
reunión que cuidar todo lo que la vida da puertas adentro. No es poco pensar
entonces como esos profesionales tengan problemas en la relación con sus pares
y con subalternos, aspecto clave que hoy muestra la desigualdad.
Me parece que la
relación profesor-alumno-director –decano,etc debe generarse en un plano donde
el valor de la palabra y la confianza en base a los testimonios de vida primen en
relación a los certificados, los mails y las cartas hechas. La desconfianza no
puede llegar aquí porque son espacios de formación no solo técnica sino que por
sobre todas las cosas humanas.
Es muy fuerte para
los padres que hemos intentado formar hijos donde lo primero sea el otro y los
afectos, estén en universidades o centros de educación superior que les están
mostrando todo el tiempo que estos últimos no importan nada frente al
rendimiento y donde las señales del cuerpo a través de los certificados y la
omnipotencia de credibilidad que se le da a la medicina son más importantes que
el valor de la palabra y los afectos.
Esto ya no se
trata de leyes ni de reformas es retomar la calidad humana en la Universidad,
que el alumno sea visto como un ser humano que en poco tiempo será un
profesional, que no se le vea como un código universitario, no un dador de
dinero (en el caso de universidades privadas) si no un receptor de calidad
humana.
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